Frente a este parvulario, en el edificio del colegio de San Agustín, y entonces sede del Ayuntamiento de Málaga, tenía uno de sus lugares de trabajo el padre de Picasso, José Ruiz Blasco, en su calidad de conservador del Museo Municipal. Es fácil imaginar la escena de padre e hijo caminando por las empedradas calles de Granada y San Agustín tras atravesar la Plaza de la Merced para separarse en la puerta del parvulario, el juego de miradas constantes entre los dos edificios.