La esencia del ‘lifestyle’ mediterráneo
Bañada por las cálidas aguas del Mediterráneo e iluminada por un sol permanente, Málaga permanece en la memoria de todo aquel que la visita por su belleza, su hospitalidad y su carácter cosmopolita
Desde la atalaya que conforman las montañas que arropan y otorgan a la ciudad un clima dulce como su vino, la mirada siempre culmina en el azul de su mar, donde se funde la urbe, conviviendo en perfecta armonía con su litoral.
La calidez impera en la ciudad que alumbró a Picasso, una cualidad de la que fueron testigos diferentes civilizaciones que convirtieron a Málaga en un referente económico y cultural y que dejaron un rico legado patrimonial que se ha mantenido intacto a través de los siglos. Monumentos como la Alcazaba, el Teatro Romano, el Castillo de Gibralfaro o su imponente Catedral dan buena muestra de su esplendor.
Carácter mediterráneo
Hoy en día, la bondad del clima mediterráneo sigue siendo uno de los principales atractivos de la capital de la Costa del Sol, el lugar en el que todo el mundo quiere vivir. De hecho, Málaga es hoy en día la ciudad española que más crece en población.
Las horas de sol y el carácter afable, vital y optimista de sus habitantes forman parte de los alicientes para la llegada de profesionales de distintos sectores productivos, más aún con el auge del teletrabajo y la apuesta de los gigantes tecnológicos por instalarse en el sur de Europa.
Y es que en Málaga se siente la alegría de vivir. Los días luminosos invitan a disfrutar del ambiente que se respira en barrios de tradición marinera, como El Palo, Huelin o Pedregalejo, acariciados por la brisa y el salitre. Sus calles amanecen tranquilas para desembocar con el paso de las horas en un festival de sabores que huelen a mar y a leña, donde destacan los famosos espetos de sardinas, que aspiran a convertirse en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Sabor a mediterráneo
El infinito paseo que discurre junto al mar está salpicado de chiringuitos y restaurantes en los que disfrutar de la cocina más arraigada, con el pescaíto frito como referente, pero con otras elaboraciones tan emblemáticas como la ensalada de naranja y bacalao, la jibia con chícharos, el caldillo de pintarroja, el ajoblanco o el gazpachuelo. A ellas se le unen platos más innovadores a través de los que toda una generación de cocineros difunde la gastronomía malagueña, que gira en torno al aceite de oliva, las verduras, los frutos del mar y de la tierra, y el vino, un componente esencial en el estilo de vida mediterráneo.
El carácter de los malagueños se despliega cada tarde en las numerosas terrazas instaladas en privilegiadas avenidas desde las que se puede disfrutar de una bella puesta de sol. La zona del Muelle Uno ofrece un espectacular atardecer que se extiende por una de las mejores panorámicas del conjunto monumental de la ciudad. También en los Baños del Carmen, un antiguo espacio de ocio y baño para la alta sociedad malagueña, se puede contemplar una vista extraordinaria de la bahía malagueña. Inaugurado a principios del siglo XX, actualmente ha sido reconvertido en un restaurante que aún conserva elementos del famoso balneario.
Deportes a pie de mar
El Mediterráneo también es el escenario de numerosas prácticas deportivas como la vela o el kitesurf, aunque sí existe una competición meramente malagueña es la de jábegas, estrechas embarcaciones de remo cuyos orígenes se remontan a la época fenicia.
La jábega, de antigua tradición pesquera, se utilizaba para extender una red en el mar que se iba lanzando desde la propia barca para luego ser recogida a mano desde la playa. Actualmente, los aficionados al remo abrazan deporte y cultura participando en las diferentes regatas que se celebran a lo largo del año y que se han convertido en un atractivo turístico más de la ciudad.