Siguiendo la estela de otros grandes pintores-grabadores, como Rembrandt y Goya, Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874), maestro indiscutible de la pintura decimonónica española, experimentó con virtuosismo las posibilidades expresivas del grabado, principalmente con las técnicas del aguafuerte y el aguatinta, en una treintena de composiciones, de temas orientalistas, de costumbres y de inspiración clásica que, por su calidad, le convierten en el grabador español más importante de la segunda mitad del siglo XIX.

A partir de 1860 y tras haber realizado algunas ilustraciones para libros en los años precedentes, Fortuny comienza a realizar estampas independientes tras su primer viaje a Marruecos. Coleccionista él mismo de, entre otras muchas piezas artísticas y antigüedades, estampas de Rembrandt, Ribera y Goya, editó en vida sólo unas pocas láminas, a través Adolphe Goupil, su marchante parisino desde 1866.

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