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Málaga en la Ilustración

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Málaga en la Ilustración

Málaga en la Ilustración

 

La población malagueña va en aumento a pesar de las abundantes catástrofes que tienen lugar en este siglo y se extienden por barrios de los extramuros como son el Perchel, la Trinidad, Capuchinos y la Victoria, hoy tradicionales barrios de la ciudad.

Junto al mar surge el paseo de la Alameda (Alameda Principal) símbolo urbanístico de los nuevos tiempos. En esta época también se construyen la Catedral. 

Catedral de Málaga

 

La exportación condicionó todo el sistema español: el vino y las pasas con destino a Europa superaban al resto de la producción. El comercio era la fuente principal de riqueza y los mercaderes extranjeros dominaban el panorama español. La gran obra del puerto, así como los caminos de Antequera y Vélez, fueron la infraestructura ineludible para que los vinos malagueños pudieran figurar en la mesa de la emperatriz de Rusia.

El paisaje agrario malagueño estaba dominado por la llamada "trilogía mediterránea", aunque la vid se imponía al trigo y al olivo de forma abrumadora.

El cabildo era la institución más poderosa, rica, importante, informada y mejor relacionada que existía en la ciudad. Conocía las necesidades, los deseos y el pensamiento de los malagueños. Gobernador, alcalde mayor y regidores conformaban el concejo y se denominaban a sí mismos "La Ciudad". Abastos, impuestos, obras, sanidad, educación... cualquier cosa que afectase a los ciudadanos la controlaba el Ayuntamiento, siempre en nombre del Rey.

Por tradición, la sociedad se dividía en tres grupos: la nobleza, el clero y el pueblo llano. Los dos primeros tenían privilegios legales, y sus obligaciones eran defender con las armas y salvar con la oración. El pueblo había de corresponder con su trabajo al beneficio que recibía.