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Málaga barroca

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Málaga barroca

 

Málaga en el Barroco

Del esplendor a la decadencia (1570-1700)

La población malagueña de los siglos XVI y XVII se reduce por la expulsión de los moriscos del Reino de Granada, levas de soldados, epidemias o inundaciones provocadas por el río Guadalmedina.

El puerto de Málaga se convierte en el motor del sistema productivo, hasta el punto de transformar Málaga en un importante núcleo mercantil. El vino y las pasas eran los productos que ocupaban la preeminencia de las exportaciones malagueñas y, por tanto, constituían la principal fuente de ingresos. En el ramo textil destacaba la seda, muy ligada a los moriscos.

La situación estratégica de Málaga va a transformar a la ciudad y a su costa en piezas del damero político de los Austrias, que convirtieron la capital en un verdadero arsenal. El municipio, pieza básica de gobierno, sufrió las consecuencias de la corrupción general de la época por la venta de cargos y, sobre todo, por su sometimiento a las oligarquías ciudadanas, usurpadoras del poder político local.

Presencia de la Iglesia en Málaga

En este período, la Iglesia malagueña casi había completado la red de parroquias e instituciones religiosas y benéficas en toda la diócesis.

La nueva religiosidad popular se hizo patente a través del auge que adquirieron las cofradías y hermandades de Pasión, creadas en torno a los principales templos. Esta será la semilla de la que hoy es la gran fiesta malagueña de la Semana Santa.

Los jesuitas fundaron su colegio malagueño en 1572 y tuvo como objetivo la educación de la juventud. Se crean numerosas fundaciones de carácter benéfico religioso como el convento de Santa Clara (1505), el colegio de los agustinos (1575) o el convento de las carmelitas descalzas (1585).

En los extramuros de la ciudad se levanta el hospital real de San Lázaro (1491), el convento de los trinitarios calzados (1491), Santo Domingo (1494), etcétera.