Tradiciones y Leyendas
La Semana Santa, como celebración total, está envuelta en leyendas que caminan en paralelo a la historia documentada. Estas tradiciones populares aportan un aura de misterio a la festividad y a la devoción hacia determinadas imágenes, formando parte indisoluble de la misma. A continuación, te presentamos algunas de las muchas leyendas que existen.
EL CRISTO DE LA SANGRE
En una ciudad de marcado carácter marinero como Málaga, no podía faltar una leyenda vinculada a los pescadores. Se cuenta que un grupo de ellos, a bordo de una jábega, se vio sorprendido por un temporal mientras faenaban, siendo arrastrados mar adentro. A pesar de sus esfuerzos por controlar la embarcación y llegar a tierra firme, sus intentos fueron en vano. En medio de la desesperación, y mientras encomendaban sus almas a Dios, un rayo de luz surgió del cielo, abriendo un claro en el oleaje donde apareció una talla de Cristo Crucificado. Los marineros dirigieron la embarcación hacia la imagen, rescatándola del mar y descubriendo que de su costado brotaba sangre. El temporal cesó, permitiéndoles llegar sanos y salvos a tierra firme con la imagen, que fue llevada al antiguo convento de la Merced, donde se venera desde entonces como el Cristo de la Sangre.
LA LIBERACIÓN DEL PRESO
En tiempos de Carlos III una grave epidemia de peste asoló la ciudad, pereciendo un gran número de personas. La debilidad de los supervivientes hacía difícil el celebrar procesiones rogativas implorando el fin de la epidemia.
Uno de los lugares en los cuales la enfermedad no había atacado con tanta virulencia era la prisión. Los reclusos, sabedores de lo que sucedía fuera de los muros en los que se encontraban privados de libertad, pidieron al alcaide poder salir para sacar en procesión a la venerada imagen de Nuestro Padre Jesús titulado "El Rico". Ante la negativa de la autoridad, por el fundado temor a que los reclusos pudieran aprovechar la circunstancia para evadirse, los presos decidieron amotinarse y sacaron en procesión la imagen. Tras el desfile, regresaron al presidio todos menos uno, que lo hizo al día siguiente, portando una cabeza de San Juan Bautista Degollado, que colocó junto a la cama de un compañero, también preso, que se encontraba enfermo, y que, al igual que el resto de la población de Málaga, sanó a los pocos días del suceso.
El Rey, conmovido ante la generosa acción de los presos, dictó un decreto por el cual, cada año, durante la procesión de El Rico se le concedería la libertad a un recluso. Esta tradición se ha mantenido hasta nuestros días. Así, cada año, el Miércoles Santo, se celebra una solemne ceremonia ante la imagen del Nazareno. El preso recibe arrodillado la bendición de la imagen, tras la que queda libre y, como es tradición, la acompañará en su procesión por las calles de Málaga.
EL BANDIDO ZAMARILLA
En la época de los bandoleros, uno de los más infames fue apodado "El Zamarilla". Con su banda, cometió innumerables fechorías, desafiando a las autoridades y sembrando el terror por dondequiera que pasaba. Su fama y peligrosidad llevaron a los alguaciles a formar una partida especial para capturarlo a toda costa. Tras varios enfrentamientos, lograron acorralarlo, pero "El Zamarilla", ágil y astuto, logró escapar. Perseguido sin descanso, llegó hasta una ermita en busca de refugio. Bajo el manto de una Dolorosa que allí se veneraba, encontró su escondite. A pesar de una exhaustiva búsqueda, sus perseguidores no lograron encontrarlo, pues estaba resguardado en aquel singular escondrijo.
Desesperados y furiosos prosiguieron su batida por otra zona. Tiempo después, sintiéndose seguro, el bandolero abandonó su refugio y dando gracias improvisadamente a tan proverbial Salvadora, arrancó una rosa blanca que se criaba en el camino de la ermita y la prendió en el pecho de la imagen, utilizando como alfiler su propio puñal. En ese instante la rosa se tiñó de rojo.
Aterrorizado, el bandido se arrodilló ante los pies de la Virgen y le imploró su perdón por su impía vida. Desde entonces, "El Zamarrilla" se convirtió en un ermitaño, visitando a su amada Virgen en ocasiones. Sin embargo, en un asalto final, fue mortalmente herido por otros bandoleros. Antes de morir, ofreció a la Virgen una rosa roja, que milagrosamente se volvió blanca en sus manos. La Virgen lo había perdonado. Hoy, la Virgen de la Amargura sigue residiendo en la ermita de Zamarrilla, con la rosa roja y el puñal en su pecho, y solo el Viernes Santo luce una rosa blanca, perdonando a la humanidad por la muerte de su Hijo.
LA SUBIDA AL MONTE CALVARIO
Junto al Santuario de la Victoria, y partiendo de la calle Amargura, nace un pequeño monte que culmina en una ermita, y al que los malagueños llamamos el Monte Calvario. Todos los Viernes de Cuaresma se organiza un Vía Crucis que, partiendo desde la iglesia de San Lázaro, recorre en catorce estaciones la subida al Gólgota, rememorándola. La razón de que se parta de San Lázaro no es otra que el hecho de que la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario organiza desde hace mucho tiempo el Vía Crucis Oficial de la Ciudad de Málaga, cuya primera estación parte precisamente de San Lázaro. Cada participante en el Vía Crucis lleva consigo catorce piedras, que simbolizan otros tantos pecados cometidos. Las piedras se van depositando, a medida que se van leyendo en las estaciones correspondientes en sus respectivas cruces, simbolizando la descarga de los pecados que produce el arrepentimiento. La Vía Dolorosa finaliza en la Ermita del Calvario, sede de la Cofradía de Viernes Santo cuya titular lleva el nombre del monte al que nos referimos.