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LA SAETA

Los sonidos son parte indispensable de la Semana Santa de Málaga. Incluso el flamenco tiene cabida a través de la saeta, un palo específico de cante, con orígenes confusos e inmemoriales, que se lanzan al paso de las imágenes.

Estos cantes, de extrema dificultad, cuenta en Málaga con muchos nombres que han dignificado la saeta: Antonio de Canillas, María La Faraona, Niño de Bonela o Cándido de Málaga, además de otros muchos que aún hoy siguen cantando saetas al paso de las procesiones en Málaga.

Mención aparte merece la Peña Recreativa Trinitaria, institución clave para la pervivencia de la saeta en la Semana Santa de Málaga. Su concurso de saetas, nacido en 1976, es uno de los certámenes más antiguos de la cultura local, y por ella han pasado las mejores voces del panorama flamenco andaluz.

LA MÚSICA

Las marchas procesionales conforman la principal banda sonora de la Semana Santa. Hoy por hoy existen numerosas bandas o formaciones que las interpretan y se clasifican bajo un determinado género musical. Aunque dentro del mismo existan matices, a grandes rasgos cabe mencionar la música para cornetas y tambores, la música para agrupación musical, la música para banda y la música de capilla.

Las bandas de cornetas y tambores, aunque tradicionalmente en Málaga han marchado en cabeza de procesión, a partir de los años 90 del siglo XX también se normalizó su presencia en algunos tronos de Cristo. Es en estos tronos en donde marchan las agrupaciones musicales. Finalmente, la banda de música también participa tras los tronos de Cristo y, de forma indefectible, en los tronos de la Virgen. Las capillas musicales en Semana Santa participan en una sola hermandad, pero también abundan en los actos de Cuaresma. En este caso, siempre marchan delante de las imágenes y nunca detrás.

Cornetas y tambores

La música para cornetas y tambores nace en Málaga, gracias a la irrupción en 1911 de la banda del Real Cuerpo de Bomberos, que es considerada ‘madre y maestra’ de este estilo de música de Semana Santa. La principal figura del género es Alberto Escámez, un músico militar de Linares que a partir de los años 20 comienza a componer piezas que hoy siguen siendo las más interpretadas del estilo, como ‘Cristo del Amor’, ‘Virgen de la Paloma’ o ‘La Expiración’, entre otras muchas.

- El Perdón - Marcha para cornetas y tambores: ‘Cristo del Perdón’ (José Fernando Jurado, 1997)

Del género de cornetas y tambores brotará una ramificación a partir de los años noventa del siglo XX protagonizada especialmente por cuatro bandas de la provincia de Sevilla: el Sol, las Tres Caídas, y las Cigarreras en la capital; y la de la Presentación al Pueblo, en Dos Hermanas. En ellas (y en muchas que se fundarán en Andalucía y España siguiendo sus pasos), así como en las composiciones que irán estrenando, comienzan a tomar protagonismo otros instrumentos que antaño se limitaban a acompañar la voz principal de las cornetas, como trombones, tubas o, más recientemente, campanas tubulares y platillos. Esta bifurcación de la banda clásica de cornetas y tambores es la que prevalece hoy día y guarda cada vez más similitud con el género de agrupación musical.

Agrupaciones musicales

La agrupación musical es un género nacido en Sevilla a comienzo de los años 70 del siglo XX, cuyas bandas fundadoras son consideradas las de la Policía Armada y la de la Guardia Civil del Cuartel de Eritaña. Sus marchas se caracterizan por la presencia de bajos, platillos y peculiares instrumentos como la lira o la flauta de pico y se popularizaron especialmente con marchas adaptadas de cánticos religiosos o populares, como el ‘Perdona a tu pueblo’, sardanas como ‘La Santa Espina’ o la archiconocida canción de Serrat ‘La Saeta’.

En la Semana Santa Málaga, este género comenzó a introducirse en los años 90, con la presencia de agrupaciones de la provincia de Sevilla procedentes de Arahal -en donde radica la actual decana de este género: la agrupación musical Santa María Magdalena-, Marchena o Morón de la Frontera en cofradías como el Rocío, Fusionadas, la Sagrada Cena o el Ecce Homo. La primera agrupación musical de la ciudad tardará en fundarse: es la de San Lorenzo Mártir, de la cofradía de Viñeros, que echó a andar en 2007, y es hoy aún la única del estilo en Málaga.

Bandas de música

Las marchas para banda de música son las de más antigüedad y constituyen el acompañamiento original de las procesiones de Semana Santa. Ya hay documentadas procesiones con bandas en el siglo XIX. La presencia de la banda municipal desde el año 1859 influyó sin duda en esta presencia musical en la Semana Santa.

En términos cofrades, hay que destacar la figura de Perfecto Artola, principal compositor de marchas procesionales para la ciudad, y autor de piezas emblemáticas como ‘Semana Santa en Málaga. Poema Sinfónico’, ‘Himno de Coronación de la Virgen de la Esperanza’ o ‘Virgen de Gracia’. Artola fundará la banda de música de los colegios Miraflores y Gibraljaire, que revolucionará especialmente a partir de los años 80 del siglo XX una Semana Santa en la que sólo las bandas militares y la banda municipal aportaban música a determinadas procesiones (Mena, Estudiantes, Expiración o el Santo Sepulcro).

La influencia de la banda de Miraflores-Gibraljaire ha sido tal que Málaga, hoy día, posee una ingente cantidad de bandas de músicas y todas ellas están vinculadas a cofradías, colegios y asociaciones, siendo la práctica totalidad de sus componentes jóvenes y no existiendo ejemplos de bandas adultas y profesionales más allá de la municipal.

Música de capilla

La música de capilla es la formación más antigua de todas las que salen en Semana Santa. Se trata de un grupo de instrumentos de vientos que interpretan motetes breves que ayudan a la meditación del público y de los nazarenos en la procesión. Aunque eran habituales en los siglos pasados, hoy día sólo apuesta por ella la Archicofradía de los Dolores de San Juan en su procesión del Viernes Santo.

En términos cofrades, la formación de la capilla musical ha venido definiéndose con un oboe, un fagot y un clarinete. En Málaga, los Dolores de San Juan incorporó a estos instrumentos la figura de la flauta, que le otorga personalidad y dulzura a las composiciones que suenan. En este punto hay que mencionar el papel del sacerdote y músico Manuel Gámez, uno de los grandes valedores de este género que, si bien era aislado décadas atrás, hoy día es muy recurrido para los actos íntimos de la Cuaresma en las hermandades.