Gastronomía
La gastronomía de Semana Santa es una de las más ricas y variadas de la cultura popular, y Málaga comparte la tradición andaluza, mediterránea y española en muchos de sus platos y dulces.
Pero, si hablamos de la Semana Santa, hay un producto gastronómico exclusivo de Málaga para estas fechas: es el limón cascarúo. Como expresa su nombre se trata de un limón con la cáscara singularmente gruesa, que debe ir aderezado con sal o con bicarbonato.
Por lo general, el limón cascarúo no se emplea como postre o dulce, sino como un tentempié o snack. De hecho, uno de los lugares en donde está más asentado su consumo es en la tradicional subida al Monte Calvario, en la mañana de cada Viernes Santo. En ese momento, al sol, el limón cascarúo se convierte en una fuente de hidratación, de energía y de refresco para afrontar las catorce estaciones del Vía Crucis.
Además del limón cascarúo, la gastronomía de Semana Santa entronca con la tradición culinaria del entorno andaluz. Así, en la repostería, los elementos más habituales en la ciudad son los pestiños, una masa frita azucarada, y, especialmente, las torrijas de miel o de azúcar: rebanadas de pan empapadas en vino o leche y fritas.
Por su parte, la tradición de la vigilia en Cuaresma y Semana Santa (los viernes de este período aún perdura la costumbre de abstenerse de carne), ha derivado en el ingenio a la hora de cocinar especialmente pescado.
Además del pescaíto frito, propio de la ciudad, el bacalao toma singular protagonismo: se prepara en buñuelos, en tortillitas, a la plancha, con salsa de tomate o dentro del llamado potaje de vigilia, que incluye además garbanzos y espinacas o acelgas, y que es muy simbólico del Viernes Santo.
En los postres, sin ser exclusivos de la Cuaresma y Semana Santa, el indudable protagonista es arroz con leche, aunque también suele prepararse la leche frita.