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Semana Santa

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La Semana Santa de Málaga ofrece una lectura diferente a la cualquier otra ciudad. Las particularidades de sus 45 procesiones abren un abanico de vivencias. Descubre cómo vivir a fondo estos días en las que la ciudad se transforma como en ningún momento del año.

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El epicentro de la celebración son las propias cofradías, algunas con más de cinco siglos de historia a sus espaldas, que sacan en procesión a sus imágenes titulares desde sus entornos hasta un recorrido oficial común que está situado en el centro histórico. Además, algunas de ellas también entran en la Catedral para celebrar la estación de penitencia.

La mayor peculiaridad de la Semana Santa de Málaga radica en la forma de cargar sus tronos, con varales exteriores que integran a cientos de hombres y mujeres en un objetivo común. Además, nazarenos, músicos, acólitos y cuerpos militares forman parte indispensable de la procesión en la calle.

El Domingo de Ramos salen nueve procesiones, con la emblemática cofradía de la Pollinica en por la mañana, acompañada de nazarenos niños. La tarde ha sido lugar en donde han recalado desde los años ochenta muchas cofradías que renovaron la Semana Santa de Málaga: son los casos del Dulce Nombre, Humildad y Paciencia, Salutación, el Ecce Homo, la Salud o la Virgen de Lágrimas y Favores -que es una de las tres procesiones que sacan las Cofradías Fusionadas a lo largo de la semana-. La jornada la cierran dos cofradías clásicas: el Huerto y el Prendimiento.

El Lunes Santo es la jornada en la que recorre las calles el principal imán devocional: Jesús Cautivo, desde el barrio de la Trinidad. Además, también salen las muy populares cofradías de los Gitanos y los Estudiantes, así como la Virgen de los Dolores del Puente, que aporta un contraste de sobriedad junto a las hermandades de la Crucifixión y de la Pasión.

El Martes Santo es el día de salida de otra de las imágenes emblemáticas: la Virgen del Rocío, llamada ‘la Novia de Málaga’. A las clásicas cofradías de la Estrella, el Rescate y la Sentencia hay que sumar la de las Penas, cuya Virgen luce un manto confeccionado con flores naturales, así como la más reciente de Nueva Esperanza, que se trata de la primera de las hermandades que llegó procedente de un barrio más allá de los históricos.

A partir del Miércoles Santo comienzan a abundar procesiones de corte más clásico: son los casos de las Cofradías Fusionadas -que procesiona cuatro de sus seis tronos-, la Paloma, Jesús ‘El Rico’ -que protagoniza anualmente la liberación de un preso-, la Sangre o la especialmente suntuosa cofradía de la Expiración. A estas se han sumado nuevas hermandades como la Mediadora de la Salvación o la de los Salesianos.

El Jueves Santo continúa la línea de hermandades clásicas con la salida de la Esperanza -Dolorosa que marcha en el trono más emblemático-, la Misericordia, Zamarrilla, la Sagrada Cena, Viñeros o la Congregación de Mena -a cuyo Cristo acompaña La Legión-. A estas se suman la sobria procesión de la Vera+Cruz, la última de las que organizan las Cofradías Fusionadas, y la de la Santa Cruz.

El Viernes Santo salen procesiones desde casi todos los barrios históricos: la Victoria (el Amor y el Monte Calvario), la Malagueta (el Descendimiento), la Trinidad (la Soledad de San Pablo) o el Molinillo (la Piedad). Del centro histórico sale la silenciosa hermandad de los Dolores de San Juan y la emblemática cofradía del Santo Sepulcro, la oficial de la ciudad. Cierra la jornada la Virgen de Servitas, recorriendo a oscuras las calles con el rezo de sus hermanos.

Tras un Sábado Santo sin procesiones, la Semana Santa finaliza el Domingo de Pascua con la procesión de Cristo Resucitado, que organiza la Agrupación de Cofradías al tratarse del titular de todas las hermandades malagueñas.

Salidas y encierros; cruzando los puentes; bajo la arboleda de la Alameda; recorriendo la calle Larios; en el silencio de la Catedral; en las estrecheces… Cada cofradía ofrece un espectáculo único en distintos puntos de la ciudad.

OLER

Los olores también definen la Semana Santa de Málaga. Comenzando por el más característico: el del incienso. Pero también huelen flores con las que se adornan los tronos: claveles, rosas, tulipanes o jacintos, flores que también caen de los balcones como ofrenda a las imágenes.

También huelen los tejidos de las túnicas: tergal, terciopelo, ruán o raso. Son característicos aromas como el del cirio recién apagado o el salitre del mar en las cercanías de la Alameda o la Catedral. Y huele la madera de los tronos más nuevos, que están sin dorar. Y, por supuesto, cuando la Semana Santa es temprana, a la cita con los olores no falta el azahar.

OÍR

La mejor forma de entender la Semana Santa de Málaga, junto a la vista, es oyendo y prestando atención a los distintos sonidos. Cada cofradía, de acuerdo con su estilo, va acompañada de un tipo de música que van desde el esplendor de las bandas sinfónicas, las de cornetas y tambores o las agrupaciones musicales hasta la sobriedad de los tambores roncos o la finura de las capillas musicales. Y el silencio, que también es música.

La música procesional es una materia muy desarrollada en Málaga. De hecho, la ciudad es una de las que más bandas de música tiene en activo en España, muchas pertenecientes y mantenidas por las propias hermandades. Málaga, además, fue cuna de un estilo de música procesional: el de cornetas y tambores que instauró la banda del Real Cuerpo de Bomberos, nacido en 1911, y cuyos sones se propagaron rápidamente gracias a marchas popularísimas firmadas por Alberto Escámez o Pascual Zueco Ramos, como ‘Cristo del Amor’ o ‘La Soledad de San Pablo’, respectivamente.

En la música para banda cabe detenerse en la figura de Perfecto Artola, compositor levantino que recaló en Málaga y revitalizó decididamente la música procesional de la ciudad con más de una treintena de marchas dedicadas a distintos titulares de la Semana Santa. Su impulso permitió el renacimiento del estilo, hoy plenamente consolidado y con numerosos autores.

Más allá de las marchas, la Semana Santa tiene otros sonidos, como la propia campana con que se manda levantar o bajar el trono o las campanillas que portan los nazarenos para controlar la marcha de la procesión. Otros sonidos más desapercibidos son indispensables para entender la Semana Santa: el crujir de los tronos, el chasquido de las bambalinas de los palios, las saetas -cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos- o los cantos que salen de los conventos de clausura. O el sonido seco del portón de una iglesia al abrirse o cerrarse…

SENTIR

En definitiva, la Semana Santa de Málaga es una semana para sentir en cada esquina, en cada templo, en cada curva y cada cruce. Para sentir a través del sabor de la tradición gastronómica ligada a la fiesta, como los limones cascarúos, las torrijas, los potajes de vigilia y el bacalao.

Una semana que se vive en la calle, sumergido en el ambiente entre malagueños y visitantes; esperando cofradías en sus barrios cuando vuelven de madrugada. Vibrando con los vivas y aplaudiendo los encuentros; guardando silencio ante la música que suena o viendo pasar una cofradía de corte más austero. Una Semana Santa abierta a todos los públicos y gratuita. Sólo es necesario mimetizarse en ella y dejarse llevar.

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